¿Por qué no? Es una actividad que a los niños se les hace muy divertida y, además, les sirve para aprender en qué consiste el reciclado y tener un sitio donde tirar los objetos que ya no sirven para el aula, pero sí para otros fines una vez reciclados.
La idea es habilitar un rincón de reciclado en el aula.
Así, podemos poner dos contenedores: uno de papel y otro de recipientes de plástico.
Por supuesto, los contenedores los tenemos que “fabricar” nosotros, con los niños, en la clase.
Para ello, nos haremos con dos cajas de cartón de un tamaño no muy grande, pero tampoco demasiado pequeñas. De 30X40 cm., más o menos. Una vez que tengamos las cajas, iremos forrándolas con cuidado con papel reciclado de color azul y amarillo, respectivamente.
Para el forrado nos pueden ayudar los niños poniendo el pegamento en el papel que habremos recortado, una vez que hayamos medido el tamaño que precisamos. En la parte superior de las cajas, dejaremos una abertura para ir echando, más adelante, los objetos que deben ir en cada contenedor.
Para continuar, pegaremos en el frontal del contenedor algún dibujo alusivo al objeto que depositarán en él los niños. Así, si hay algún despistado en el aula (algo casi seguro) le servirá de recuerdo y, de esta forma, no se equivocará.
Para terminar este rincón, pondremos nuestros contenedores en un lugar visible y de sencillo acceso, para facilitar a los pequeños su utilización. Colocaremos un cartel que anuncie nuestra actividad y, a partir de este momento, todos los papeles que ya no sirven y los envases de yogurt, zumos, etc., que tomemos en el desayuno, ocuparán su lugar en el interior de nuestros singulares contenedores.
Una actividad complementaria a esta puede ser salir a la calle con los niños, una vez que nuestros recipientes de reciclado estén llenos, para verterlos en los contenedores de verdad.
De esta forma, seguro que animan a sus papás y mamás a que reciclen en casa, si aún no lo hacen.
La idea es habilitar un rincón de reciclado en el aula.
Así, podemos poner dos contenedores: uno de papel y otro de recipientes de plástico.
Por supuesto, los contenedores los tenemos que “fabricar” nosotros, con los niños, en la clase.
Para ello, nos haremos con dos cajas de cartón de un tamaño no muy grande, pero tampoco demasiado pequeñas. De 30X40 cm., más o menos. Una vez que tengamos las cajas, iremos forrándolas con cuidado con papel reciclado de color azul y amarillo, respectivamente.
Para el forrado nos pueden ayudar los niños poniendo el pegamento en el papel que habremos recortado, una vez que hayamos medido el tamaño que precisamos. En la parte superior de las cajas, dejaremos una abertura para ir echando, más adelante, los objetos que deben ir en cada contenedor.
Para continuar, pegaremos en el frontal del contenedor algún dibujo alusivo al objeto que depositarán en él los niños. Así, si hay algún despistado en el aula (algo casi seguro) le servirá de recuerdo y, de esta forma, no se equivocará.
Para terminar este rincón, pondremos nuestros contenedores en un lugar visible y de sencillo acceso, para facilitar a los pequeños su utilización. Colocaremos un cartel que anuncie nuestra actividad y, a partir de este momento, todos los papeles que ya no sirven y los envases de yogurt, zumos, etc., que tomemos en el desayuno, ocuparán su lugar en el interior de nuestros singulares contenedores.
Una actividad complementaria a esta puede ser salir a la calle con los niños, una vez que nuestros recipientes de reciclado estén llenos, para verterlos en los contenedores de verdad.
De esta forma, seguro que animan a sus papás y mamás a que reciclen en casa, si aún no lo hacen.
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